¡Qué grande
es Miguel Hernández!
¡Qué guerrero
es este cabrero!
Pero sobre todo es poeta,
que con palabras mueve montañas.
Pero sobre todo es profeta,
que tiene alma de guitarra.
Y demuestra en el papel
lo hermoso de la primavera.
Y retrata con avidez
lo tenebroso de la guerra.
La paz es la meta del poeta,
y para ello es necesario que las manos levante:
¡Ay, qué te vio nacer Orihuela!
¡Ay, qué te vio morir Alicante!
martes, 12 de enero de 2010
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